JUBILADOS DE ENKARTERRI Y MEATZALDEA COMPARTEN LOS
RECUERDOS DE SU INFANCIA Y JUVENTUD EN EL CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA ACEÑA,
EN GALDAMES
ELIXANE CASTRESANA -
Domingo, 23 de Junio de 2013
QUE mi padre y mis hermanos volvieran del trabajo
sanos y salvos cuando en otras casas había muertos por accidentes en la mina.
Ese es el mejor recuerdo de mi infancia", confesó una vecina que acudía al
centro de interpretación de la vía verde de los Montes de Hierro en Galdames
con el club de jubilados de Abanto. A lo largo de la última semana varios
grupos de mayores de Enkarterri y Meatzaldea han recopilado por escrito las
vivencias de su infancia y juventud en un álbum que se expondrá en las salas de
la antigua estación del ferrocarril de La Aceña. El objetivo, que los
visitantes conozcan la veta más humana de la zona.
La empresa de Balmaseda Albanta y la Asociación de Desarrollo Rural,
Enkarterrialde, han guiado a los jubilados en un viaje a bordo del tren de sus
recuerdos que les ha emocionado hasta las lágrimas al rescatar episodios
sumamente duros. "Con ocho años me levantaba a las cinco de la madrugada
para acompañar a mi padre al bosque a coger leña, piñas y cortezas para la
comida", rememoró una vecina de Abanto. Otra lloró al revivir la muerte de
su padre, que le obligó a abandonar los estudios a los 13 años para ayudar a su
madre a sacar la casa adelante. "¡Y los jóvenes de hoy se agobian por los
exámenes!", reprendió.
En plena posguerra no podían elegir. En familias con nueve, diez u once
hijos los varones buscaban salida en la mina o la fábrica ya con 13 años,
mientras que las mujeres se consideraban afortunadas si encontraban empleo
sirviendo en los hogares más pudientes. En sus domicilios se pasaba hambre y
faltaban las comodidades más básicas. Ni televisión ni electrodomésticos, sino
agua y suministro eléctrico. "Nos echaron y nos realojaron en otra casa en
la que no había luz, pero nadie nos pudo quitar la alegría. En Nochebuena nos
juntamos a cenar todos los vecinos y pasamos las mejores navidades de nuestra
vida. Los hermanos todavía hablamos de ello. Es una pena que esa unión haya
desaparecido. Ahora, a nadie se le ocurriría dejar la puerta de su casa abierta
y nosotros hasta poníamos la llave por si alguien necesitaba entrar",
contó otra jubilada de Abanto. Hablar de la mina Bodovalle despertó las
imágenes de su transformación. "Nosotros venimos de allí. Lo desmontaron
casa por casa", apuntaron orgullosos.
En Galdames el legado del hierro se conserva en parte gracias a la vía
verde. "Nuestros pies pisan terreno que ha sido de uno de los
ferrocarriles mineros más importantes con 22 kilómetros entre el cargadero de
La Benedicta y La Aceña y el más largo de Bizkaia, inaugurado en 1876 por la
Bilbao River Cantabrian Railway Company Limited. Más de la mitad de sus 22
kilómetros eran curvas. Tras un tiempo transportando viajeros, fue desmantelado
en 1972", narró a los visitantes Alain Valle, uno de los coordinadores del
centro de interpretación de La Aceña. Otro tren relacionado con el mineral, el
de La Robla, continúa muy presente en Balmaseda, tal y como relataron los
jubilados de la villa que inauguraron un taller por el que han pasado medio
centenar de personas.
Una exposición con
material de la Asociación Alén de Sopuerta y un vagón cedido por el
Ayuntamiento de Abanto completarán el regreso a la época dorada de la minería
en el corazón de los Montes de Hierro. Desde su apertura en Semana Santa, el
centro de interpretación de Galdames recibe una media de cien visitantes
diarios durante los fines de semana.